Marco Fonz
a)
Comenzar con
algo tan sencillo y ya sabido como esto: poiesis, Creación. Creación =
Crear, no a imitar, plagiar, copiar, calcar, intertextualizar, nombrar,
parafrasear o reescribir. Crear es hacer que algo surja de esa llamada nada,
en este caso, el poema.
Sin embargo
México es un país de reciclajes poéticos, receptor de toda estética que llega y
es tenida como influencia; fenómeno nada malo en la poesía, incluso es natural
que se den los viajes de ella por todos los países, ya que la poesía misma es
una entidad tan fuerte, que constituye un país por sí sola.
Pero ¿qué hace
la mayoría de poetas mexicanos con esas influencias que llegan?
Parece que
nada. En apariencia la leen, les gusta, se dejan influenciar, la copian y luego
la firman como si ellos hubieran sido los creadores. Mal, mal, mal.
Según Anna
Balakian, en su libro El movimiento simbolista, la “influencia” se debe
de entender no como imitación, sino como mutación. Y uno de los problemas en la
poesía mexicana es que la influencia se queda en el estado de imitación y no de
mutación. Y cuando nacen poetas con la intención de hacer que esta influencia
mute, hay otro tipo de poetas que parecen destinados a impedir que esa mutación suceda.
De por sí la
“cultura mexicana” vive del folklor trasnochado, símbolos nacionales y
patrióticos en completa descomposición y un arte nacido del reciclaje mundial.
No en balde Manuel Maples Arce se
refirió a la poesía mexicana como: “ tendajón de tepalcates románticos.” ¿Será
por eso que nuestros “grandes escritores” son en verdad pequeños dentro de la
categoría de los escritores mundiales?
Si bien es
cierto que son más conocidos por sus relaciones editoriales o políticas, es
también cierto que a nivel de propuesta estética literaria no han sabido ubicar
bien sus propuestas, y por ende, casi nadie fuera de México conoce ni consume
poesía mexicana.
¿Por qué
parecieran alarmistas y negativos mis comentarios? ¿Por qué practicamos el
centralismo europeo sin ser europeos? ¿Desde cuándo sucede eso? Pues según
Justo Sierra en un prólogo que escribe para la poesía completa de Manuel
Gutiérrez Najera, esta falta de identidad en la poesía mexicana existe desde
que nació el concepto o idea de tener una poesía nacional; siempre se ha
padecido la falta de creatividad para sostener algo propio y nunca se ha
planteado una verdadera preocupación por dar forma a eso de la “poesía
mexicana”, creyendo que resulta más fácil convertirla en un concepto para
académicos y un pretexto para poetas que se montan en el presupuesto estatal a
cambio de becas vitalicias. A ellos (no muchos, pero sí los suficientes para
impedir el flujo de inmensa cantidad de autores en todo el país) les conviene
mantener el mito de que tenemos una poesía nacional que se nutre y mantiene
gracias a sus plumas, en vez de detenerse y acomodar las cosas o por lo menos
cuestionar y señalar en dónde radica el problema, dudas que sugiero abrir y en
algún momento responder con este primer texto.
Justo Sierra
escribe: “¡Y el francesismo! En un estudio, demasiado rápido e incompleto, por
insuficientemente informado, de nuestra literatura nacional en los tres
primeros cuartos de este siglo, pero así y todo, el más acertado y de mayor
alcance de cuantos sobre el mismo tema se han escrito, el Sr. Menéndez y Pelayo
reprocha a los novísimos poetas mexicanos su devoción, que él llama
hiperbólicamente superstición, por la literatura francesa del cuño más
reciente. Puede ser justo el reproche, aunque lo merecemos todos acá y allá. El
espíritu francés en literatura, por el asombroso poder de irradiación del genio
de ese pueblo, por la asimilabilidad permítaseme, la palabra, de sus creaciones
o transformaciones, por su ligereza misma, por el carácter de su gusto
estético, qué sé yo, por idéntica causa a la que hace que sus modas se avengan
mejor a todos los tipos humanos, y su cocina a todos los estómagos; el alma
francesa, que es el traje de la humanidad latina desde hace dos siglos, traje
que viste el Sr. Menéndez, como su cuerpo las levitas francesas, aunque parezca
no darse cuenta de ello, esa literatura, repetimos, ha sido el jugo nutritivo
de las letras españolas en los últimos tiempos.”
Y aunque Justo
Sierra defiende la existencia de la poesía mexicana, lo que hace con su
afirmación es confirmar que es más un producto de las letras francesas que un
derivado de la literatura española, pero sin perder el brillo español del
lenguaje en la poesía nacional.
“Ningún pueblo,
engendrado por otro en la plenitud de su cultura, y a quien se haya trasmitido
la herencia forzosa de la lengua, las costumbres y la religión, ha podido
crearse a la par de su personalidad política una personalidad intelectual o
literaria; esto ha sido, cuando ha sido, obra lenta del tiempo y de las
circunstancias. Decirnos irónicamente a los hijos americanos de España que
nuestra literatura nacional no parece todavía, no es ni de buenos parientes, ni
de buenos críticos. ¿Opina el ilustre académico que la historia de nuestra
literatura no revela evolución hacia cierta forma característica y que marque
distintamente al grupo mexicano entre los de habla española? Sí, sí ha habido
evolución, y para ello la asimilación ha sido necesaria; imitar sin escoger,
casi sin conocer, primero; imitar escogiendo, reproducir el modelo, después,
esto es lo que se llama asimilar un elemento literario o artístico, esto hemos
hecho. ¿Y a quién podemos imitar? ¿Al seudoclasicismo español de principios de
siglo? Era una imitación del francés. ¿Al romanticismo español del segundo
tercio? También era una imitación francesa. Y los imitamos, sin embargo:
Quintana y Gallegos, el Duque de Rivas y García Gutiérrez, Espronceda y Zorrilla,
han sido los maestros de nuestros padres.
Pero después la
imitación ha sido más directa. Como aprendemos el francés al mismo tiempo que
el castellano; como en francés podíamos informarnos y todos nos hemos
informado, acá y allá, de las literaturas exóticas; como en francés, en suma,
nos poníamos en contacto con el movimiento de la civilización humana y no en
español al francés fuimos más derechamente.”
Siguiendo las
palabras de Justo Sierra reafirma la sangre francesa con un toque de
conquistado de sangre española. Nuestra poesía mexicana es española por
designio de los dioses y francesa por rebeldía y elección propia, necesidades
de la época.
Y aunque en el
prólogo de Sierra sobre Gutiérrez Nájera, se mencione al laureado poeta, casi
todas las referencias y citas son de escritores y poetas franceses y españoles.
La antes mencionada y defendida poesía mexicana no aparece por ninguna parte,
sólo es un soplo influenciado todo el tiempo en la voz de Nájera. Lo defendido
termina por reafirmar su no existencia.
La poesía
griega, la poesía latina, Dante, Shakespeare, los poetas románticos ingleses y
alemanes y más los poetas y novelistas franceses de esa época junto con los
poetas españoles, parecen nutrir a todos los poetas mexicanos del siglo XIX y
principios del siglo XX. Después se nombrará a Rubén Darío como otra gran
influencia de estos poetas. Pero ¿la poesía norteamericana? Recién nacida
también pero con más brío y singularidad ¿de dónde viene? Y ¿por qué después
influencia a los poetas franceses y por ende a los poetas mexicanos?
Según lo
escrito por el poeta Kenneth Rexroth en su libro La poesía norteamericana en
el siglo XX, la poesía norteamericana se nutre con los vestigios culturales del indio
norteamericano. Ese podría ser un comienzo alternativo, Rexroth nos dice que la
influencia española en la literatura norteamericana es mínima. Las guerras
latinoamericanas tampoco tuvieron ninguna repercusión en la formación de su
literatura y llegan a prescindir casi completamente de autores como Paz o Mistral.
Y se les toma como Chicano literature en algunos cursos universitarios.
La poesía española llega tarde con algunas traducciones de poemas de García
Lorca. Ni siquiera influyen en la poesía de W.S. Merwin, quien es traductor de
A. Machado, Alberti o Paz. Y tal vez Neruda haya dado un ejemplo para algún
tipo de poesía revolucionaria. Pero nada significativo.
La influencia
inglesa es directa y profunda, tiene cierta influencia nórdica y de la iglesia
protestante, y si existe una poesía norteamericana, ésta se formó por
antagonismos mutuos. La influencia germana se puede marcar desde el año 1848. A partir de 1900 la
influencia judía fue aumentando. Se entiende que en el siglo XIX son dos poetas
los que influyen fuertemente: Poe y Whitman. Baudelaire fue el que introdujo a
Poe en los ambientes parisinos. Mallarmé y Baudelaire fueron los traductores
más importantes de Poe. Y eso hace que el prestigio de Poe haya crecido hasta
lograr que se viera como uno de los poetas modernos más importantes del siglo
XIX y XX. Poe abre diálogo directo con Kleist, Nerval y E.T.A. Hoffman.
Lo anterior
confirma que existen invisibles vías en donde las influencias se retroalimentan
y cuando todos los elementos son favorables pueden mutar para el bien de la
estética en la poesía. Fenómeno que no ha logrado tener de forma favorable la
poesía mexicana.
b)
De los
favorecidos por Paz, sólo un poeta de todo el grupo y apadrinados logra una
poesía relevante: Gerardo Deniz es el
único que ha tenido, digamos, una producción digna y a la altura de otros
poetas de hispanoamérica. Todos los demás que se creen tan seguros bajo la
sombra de Octavio Paz pueden pasar sin pena ni gloria, pues aún con todo el
apoyo institucional es nula su influencia en la poesía hispanoamericana.
El grupo
llamado “La espiga amotinada” creció gracias a los buenos poemas y enseñanza de
Agustí Bartra, poeta catalán mucho más interesante y verdadero que cualquiera
de los poetas de La espiga; poetas que Bolaño atina a denominar “poetas
campesinos”.
En su libro Poesía
de nuestro tiempo, J.M.Cohen muestra cómo podemos reconocer a los poetas
que mienten de los que nos dicen la verdad. Y en ese caso Bartra, con su poema
“Quetzalcoatl” nos dice mucho más cosas ciertas que toda la producción de los
poetas de La espiga, que, dado su estancamiento, han dado pie a jugar con la
broma seria de llamarlos “La espiga acomodada”.
Y de verdad, no
existe mejor adjetivo para referirse a ellos. ¿Poetas? Todavía está por verse
si lo son o no.
Ante ese falso
intento de crear una poesía incluyente en México, surge a la par en esos años
el movimiento llamado Infrarrealismo: 1975 es el año en el que firman el primer
manifiesto escrito por José Vicente Anaya; en 1976 vendría el de Roberto Bolaño
y el de Mario Santiago Papasquiaro. En estos manifiestos -hermanos crueles de
los manifiestos estridentistas- los infras nos dan un aventón de aire
para nuestros cansados espíritus y reaniman el panorama de la poesía mexicana.
Por su puesto, como sucede en estas historias, el mainstream literario mexicano
los ignora, igual que a todos los que proponen cosas diferentes, y los ningunea
hasta casi desaparecerlos. Sin embargo, es fuerte la resistencia y la buena
poesía y prosa de Anaya, Bolaño y Papasquiaro. También sobrevivieron gracias a
la buena insistencia y calidad estética de Pedro Damián Bautista, Juan Esteban
Harrington, Mara Larrosa,Vera Larrosa, Rubén Medina, Cuauhtémoc Méndez, Ramón
Méndez, Víctor Monjarás-Ruiz, Bruno Montané, Guadalupe Ochoa, José Peguero,
Lorena de la Rocha, José Rosas-Ribeyro, Edgar Altamirano y Oscar Altamirano.
Estos poetas
lograron tener presencia y sobrevivir debido a que participaron en varios
proyectos de la época, entre ellos la editorial Al este del paraíso, de Marco
Lara Klarh, la antología Pájaro de calor. Ocho poetas infrarrealistas,
publicada en 1976 en Ediciones Asunción Sanchís con prólogo de Juan Cervera, y Muchachos
desnudos bajo el arcoiris de fuego, once poetas latinoamericanos, de 1979,
con presentación de Efraín Huerta y prólogo de Miguel Donoso Pareja; poetas,
mexicano y ecuatoriano, que lograron ver con ojos de visionario a estos poetas
y acompañarlos afortunadamente con onda cálida de corazón azul de poeta.
Los
manifiestos, entre otras cosas, dicen lo siguiente:
“Esta es la gravedad de nuestro
siglo: LA GENTE ESTÁ ENFERMA DE CORDURA Y SENSATEZ. Todos los conformistas
sufren de cordura y sensatez. La cordura y la sensatez destruyen la imaginación
del ser humano y lo reducen a un plano objetual en el que permanece
cotidianamente reproduciendo una vida miserable; el individuo es aplastado por
su propia impotencia y conformismo para hacer nada: -los hambrientos dejan
pasar el pan frente a sus narices; -los artistas piensan que el arte se termina
cuando los publican o exponen sus obras; -los amantes se niegan a aventurarse
buscando nuevas respuestas al amor; -los “pensadores” se dedican todo el tiempo
a buscar epítetos con los cuales denigrar a sus detractores; -las corrientes
políticas se consideran “Demiurgos” con sus teorías inmediatistas, apráxicas,
ante la realidad social; -y un millón-por-segundo de etcéteras más.” “El
infrarrealismo es lo espontáneo e inesperada aparición de la clave determinante
que asalta y destruye todas las reglas que constriñen y retrasan al ser humano
y sus manifestaciones. Así, el infrarrealismo es la contingencia que lidia con
los significados y cambios que nunca pueden ser previstos por el racionalismo
ni siquiera con la ayuda de toneladas de equipo de precisión. El infrarrealismo
está aquí, todo lo penetra y viaja en el vehículo de lo inmediato” (José Vicente Anaya)
Roberto Bolaño
escribió: “Déjenlo todo nuevamente” “Los infrarrealistas dicen: Vamos a
meternos de cabeza en todas las trabas humanas, de modo tal que las cosas
empiecen a moverse dentro de uno mismo, una visión alucinante del hombre.” “
Los infrarrealistas proponen al mundo el indigenismo: un indio loco y tímido.”
“La verdadera imaginación es aquella que dinamita, elucida, inyecta microbios
esmeraldas en otras imaginaciones. En poesía y en lo que sea, la entrada en
materia tiene que ser ya la entrada en aventura. Crear las herramientas para la
subversión cotidiana.”
Y por último,
pero no menos importante, Mario Santiago Papasquiaro, personaje de sí mismo
creado para una imaginación delirante: “TRANSFORMAR EL ARTE/ TRANSFORMAR LA
VIDA COTIDIANA (NOSOTROS) CREATIVIDAD / VIDA DESALINEADA A TODA COSTA (MOVERLE
LAS CADERAS AL PRESENTE CON LOS OJOS PESTAÑEANDO DESDE LOS AEROPUERTOS DEL
FUTURO) EN UN TIEMPO EN QUE A LOS ASESINATOS LOS HAN ESTADO DISFRAZANDO DE
SUICIDIOS” “EL ARTE EN ESTE PAÍS NO HA IDO MÁS ALLÁ DE UN CURSILLO TÉCNICO PARA
EJERCER LA MEDIOCRIDAD DECORATIVAMENTE” “NUESTRA FINALIDAD ES (LA VERDAD) LA
SUBVERSIÓN PRÁCTICA”
Si en ese
momento de la historia de la poesía mexicana los poetas hubieran seguido esos
mapas mentales llenos de experimentación, otro gallo le hubiera cantado a la
producción literaria del país. Y aún teniendo en cuenta que había varios
chilenos y peruanos en el grupo que nueva y afortunadamente vinieron a
enriquecer la experiencia de la estética propuesta.
Otras voces
fuera del grupo de Paz crecían alejadas de su sombra, voces tan fuertes hasta
el momento como la de Orlando Guillén, Roberto López Moreno, Enrique González
Rojo Arthur, Juan Martínez, Leopoldo Ayala y Mario Raúl Guzmán. Poetas que es
importante revisitar, leer y compartir.
Aunque existe
una dura resistencia a aceptar este otro tipo de propuestas por parte de los
poetas sin imaginación, algo siempre se filtra y puede llegar, como debe ser,
más allá de sus propios miedos. Uno de los que detienen estas propuestas
estéticas es Eduardo Milán, personaje gris del grupo de Paz que ha determinado,
desde hace tiempo, cuál es el poeta mexicano que vale la pena leer; por su
puesto, el grupo de Paz está ahí completo. No hay sitio para nadie más. Esta
ceguera por parte de estos críticos es mala, pero por cierto tiempo, “toda
poesía si verdadera se paga” diría Carlos Edmundo de Ory, y la poesía
alternativa mexicana va por sus propios caminos cósmicos sin necesidad de que
la premien o galardonen siempre y cuando sea leída y dada como un poderoso mapa
a seguir.
Para ponerse al
tanto de los poemas que los infrarrealistas escribieron o están escribiendo es
importante encontrar los poemarios que está publicando el editor y poeta Israel
Miranda en su Colección Destos Deme Dos de la editorial Start Pro. En estos
libros podemos ver que existe más de una poesía mexicana, que hay como 200
propuestas distintas y que es importante entender que los tiempos cambiaron y
que ya no se puede considerar que exista un solo “gran poeta” de un país, que
ahora la forma de ver la poesía no es piramidal sino horizontal y que cada
propuesta, estética y con distintos registros en la fuerza del poeta, se tiene
que leer y estudiar como casos individuales pero no aislados, y que la cantidad
de poetas activos actualmente sólo responde a la necesidad clara de crear un
humus que dará forma a algo monumental en la poesía hispanoamericana, algo que
inevitablemente se está gestando, casi como un fenómeno que no se había dado
nunca en la historia de la poesía mundial. Por eso es importante que la
preparación del poeta sea impecable, profunda, crítica y autocrítica. Ya no se
puede perdonar -como bien dijo Pound- al poeta que mienta o que falsée formas y
datos sólo para mantener su puesto político. Se debe enjuiciar desde los
tribunales de la imaginación al poeta que lucre con la poesía. El castigo es
claro y la poesía misma se encarga de estos autores junto con el tiempo, pero
sería muy bueno un ejercicio práctico de depuración y crítica para ver qué
títere-poeta queda con cabeza. Puede parecer una medida fascista y cruel pero
han pasado casi 70 años de escritores y poetas mexicanos que no se han movido
de su silla con número ni para ir por su cheque (porque se les deposita). Ojalá
sea bueno el momento de proponer mesas de crítica seria y concreta para limpiar
la casa poética mexicana y dejar a los poetas falsos con sus pasturas de
contención-academia institucional y seguir con los que hace unos años abrieron
los caminos para circular libremente.
La poesía
siempre estará más viva que los poetas que la quieren encerrar.
c)
Desde la
lejanía se ve un espejismo que sueña. Es la poesía mexicana, dice la
nube con pantalones de la vanguardia; hace tiempo duerme como un demiurgo y no
le dejan despertar, dice Luis Cardoza y Aragón, desde las líneas de su mano.
Existen “poetas mexicanos” que no quieren salir de su cerebro de podrida
provincia, y, deslumbrados por su propia ilusión, nos cantan cada año sus doce
mejores escritores en una revista que sólo se vende en el círculo de lectores
creado por ellos mismos. Y cuando los criticas, ellos piensan que los envidias.
¡Vaya medias que tiene la Venus en sus cabezas!
Desde la
lejanía también hay una luz que nos reclama actuar, a moverse para lograr todo:
La utopía mejorará conforme le vayamos quitando lo utópico.
Desde que se
pronunció el movimiento Zapatista quedó claro que no hay que pedir permiso ni
perdón. Que no hay que andar con miedo a los cambios y que todo el poder debe
de ser cuestionado esté donde esté y sea quien sea. No encuentro la fecha en
que se dijo o se puso por ley que los poetas mexicanos no deberían de ser
cuestionados. Desde ya se tienen que interrogar: ¿qué han hecho por la poesía
del país; por qué confunden un libro de lectura escolar obligatorio con éxito
de ventas; por qué cobran tanto de un gobierno que dicen criticar; cuál es el
motivo que los mueve a no moverse; quién les compró la lengua y en cuánto y si
creen que todo eso no es cierto, por qué les molesta tanto contestar? Todas son
preguntas simples y concretas, no hay doble juego ni intereses ocultos, son
preguntas que un poeta joven le haría a un poeta viejo, pero se me olvida que
en México y en otros lugares de hispanoamérica algunos “jóvenes poetas” actúan
como viejas glorias nacionales.
Por eso cada
vez es más difícil encontrar el centro de la crítica, porque hay hordas de
jóvenes intereses poéticos defendiendo el lugar que los viejos muertos les
dejarán... y así, hasta lo innumerable en el tiempo.
Disculparán
entonces algunos poetas latinoamericanos que no participe ni aplauda sus
fiestas de autosalutación y autonombramiento. Por el tiempo que desde ya
transcurre hay mucho trabajo por hacer, de hecho todo está por hacerse. Nada de
Gloria para un solo poeta, mejor todos los poetas a la Gloria, cantina cósmica
que existe en algún tiempo-espacio de este mismo tiempo-espacio.
Y no es que uno
sea un amargado, resentido, rencoroso por no tener “méritos poéticos” (lo que
sea que eso signifique en las acomodadas cabezas). No, lo que impulsa a
criticar, hablar, dialogar, autocriticar es el ámbito evidente de que las cosas
pueden mejorar y de que la poesía latinoamericana merece mejor sitio a nivel
mundial. Parece que las propuestas estéticas fueron detenidas con Rubén Darío o
López Velarde en el caso mexicano o, en todo caso, llegan hasta Los
Contemporáneos y, según el establishment, de ahí en adelante no hay más
que remakes o versiones libres de autores extranjeros que ellos mismos
traducen al español o intertextualidades, porque nadie ha querido mover nada.
Es una lástima
que no hayan notado que con todo, actualmente existen algunas propuestas en
verdad muy interesantes, aún sin que las hayan teorizado. El problema es la
dispersión y la mediatización, aunada a las editoriales europeas que siguen
determinando quién vale y quién no, asì como las pugnas entre poetas para ser
el “mejor poeta del país” y entonces, lo que es una buena propuesta estética,
se queda en el rumor y no logra ser el grito necesario para mover el país
Poesía.
La idea es
detenerse, contemplar, leer pacientemente todo lo escrito desde hace treinta
años para esta fecha y comenzar un trabajo de depuración indoloro y sin mala
leche. Un trabajo serio en donde se vean y localicen influencias, mutaciones,
encuentros maravillosos con ciertos versos, temas nuevos.
Porque hay que
recordar que por más que insistan en lo contrario ciertos jurados de premios
poéticos y florales de cada pueblo; NO EXISTE POEMARIO PERFECTO, puede existir
unidad temática pero eso no significa que Todo el poemario sea excelente. Al
respecto, mi imagen preferida es clara: el poema es un cuarto oscuro, tan
oscuro que no ves ni tu lengua, el lector
lleva apenas un resto de lo que fue una vela, de hecho está por apagarse
el pabilo, el lector logra ver algunos versos luminosos en el aire, puede
intuir que está en un sitio cerrado pero no lo ve en plenitud, sólo lo intuye,
pero lo poco que alcanza a ver lo hace suyo y lo convierte en su compañía, esa
dulce compañía son esos versos que en ese momento, no antes y no después,
logran ser parte del lector.
Ya lo dijo
antes Aldo Pellegrini, que lo que nos queda de la lectura de un poema son
algunos versos, y Eluard hablaba que de una plática de una hora sólo nos quedan
dos o tres palabras, por eso mismo es absurdo seguir buscando el poemario
perfecto.
Llegar a un
consenso será difícil porque en la poesía actual parece que lo único que
interesa más que las estéticas son los favores políticos y los intereses
económicos, ya sea en premios, becas, apoyos para viajes a encuentros de poetas
o apoyos editoriales y ante esos intereses cualquier lucha es inútil. Por eso
no hay que pelar contra lo real y concreto, más bien hay que entender que eso
existe y ya está. Lo alterno será formar grupos de estudio en cada país hispanoamericano
que se enfoque en la crítica y autocrítica de todo lo que se haya producido
durante treinta años y lo que se vaya produciendo en estos años con el fin de
separar grano de paja y con ese comienzo ver qué variantes estéticas están
surgiendo y cuántas sólo están repitiendo esquemas, sin que ninguna de estas
acciones sea negativa o positiva, ya que sólo está sucediendo. Al seleccionar
pacientemente lo que tiene mejor propuesta se irá perfilando lo que me imagino
serán varias propuestas estéticas hispanoamericanas y entonces se logrará que
los editores no sólo vean ventas en los libros, sino que apoyen de manera
formal a la poesía como lo hacen ahora con la novela, cuentos, ensayos o
biografías.
Si todo está
por hacerse y si existen pruebas en el pasado en donde se obtuvo buenos
resultados no veo ningún impedimento para no continuar haciéndolo.
Ojalá este
darle que darle con la misma cantaleta logre llegar a los oídos de los ojos
necesarios y nos pongamos a trabajar poéticamente, seriamente y con imaginación.
Yo por mi parte
aquí bajo mi desmayada luz, pero atenta, seguiré trabajando y seguiré esperando
a quien se anime a dar un paso fuera de la realidad y comience a crear sus
propios pasos en la total imaginación.
Marco Fonz
31 de diciembre del 2012
Quito, Ecuador
P.D. Gracias a La
mano izquierda ediciones.
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