Influencias y aproximaciones a un canon personal
Marco Fonz
Cada año un carnicero inglés
leía Los
de abajo y en cada ocasión le enviaba una carta a Mariano Azuela. En la
carta le decía lo nuevo que había encontrado y cuánto le gustaba esa novela.
Esto no significó que el carnicero se volviera escritor, pero es indiscutible
que Los de abajo lo influenciaron en
lo más importante que puede ofrecer una obra literaria: en la vida.
Así compartimos y
abrimos diálogos con autores y obras de diferentes épocas; obras que a lo largo
de nuestra existencia nos marcan o nos nutren o no nos dicen nada. Por eso
mismo nos quedamos con algo siempre.
Tan sutil es esta
combustión que a veces, casi sin darnos cuenta, ya estamos en esos fuegos
poéticos: ardiendo de una forma espontánea y sin ninguna razón aparente.
La vida del poeta, los poemas,
estrofas, versos, los hacemos nuestros y vivimos sus tormentos y sufrimos sus
desvelos y sus amores trágicos. Gozamos con su búsqueda o tomamos como nuestro
lo que ellos dicen en un interminable monólogo que practicamos con nuestras
voces interiores. De la ceniza no nace un Fénix, de la ceniza nace un poema.
Diálogo de espejos humeantes.
Cuando alguien entra en
un poema o cuando el poema incendia a alguien, se crea una simbiosis: ya nadie
es el mismo después de leer un poema. Se encarna la influencia. Se es,
necesariamente, el otro.
Hace tiempo tengo varias
preguntas sobre la influencia. Sobre ese otro en uno. Al vivir en el D.F.
encuentro que México recibe influencias, desde sus inicios como país, de todo
tipo de poetas extranjeros, esto, claro, para el bien de la poesía nacional, pero es un ir y venir de influencias
extranjeras que hacen pensar en el país como en una especie de pichincha: una olla con agujeros que se
ocupa en Chiapas para limpiar el maíz: el agua y la impureza sale y queda lo
importante en su interior.
En teoría, esto implica
que nos hemos quedado con lo mejor de los poetas que han llegado a nuestro
país. Poetas románticos, poetas franceses, ingleses, modernistas,
vanguardistas; poetas refugiados españoles, poetas refugiados latinoamericanos,
poetas norteamericanos. Y hemos desechado “lo malo” formando una larga y bien
nutrida lista de poetas que han influido en gran forma a la poesía mexicana.
Tanto, que a veces no podemos decir lo mismo de la influencia de poetas
mexicanos hacia el extranjero.
Cuando he vivido en el
extranjero y he platicado con poetas, me ha parecido curioso que ellos nunca
hayan nombrado a poetas mexicanos como una influencia en su poesía. Claro que
en países latinoamericanos, como en México, tenemos más influencias de poetas
europeos o norteamericanos que de otros países. La ventaja de algunos países
latinoamericanos es que cuentan con influencias propias, como el caso de Perú
con César Vallejo; Chile, con Huidobro, Neruda, Nicanor Parra; Argentina con
Oliverio Girondo o Borges. Poetas que a su vez influyen en las voces poéticas
de otros países. El caso de Rubén Darío es el ejemplo de una gran influencia. Y
en México es seguro que Paz influyó (positiva y negativamente) a poetas
nacionales o mafias nacionales de poetas, pero evidentemente, sólo a nivel
nacional.
En Latinoamérica se
comparten las influencias nacionales e internacionales. En España, Inglaterra,
Francia y EUA pareciera que no necesitan influencias extranjeras. Y si somos
extremistas, la poesía china o japonesa pareciera nutrirse a sí misma. Esto sucede de manera
tan absoluta que Gabriel Zaid menciona que París y Nueva York son algo así como
provincianos al no leer a nadie más que a sí mismos.
En ese caso, entonces, México no tiene poetas que influyan a nadie fuera del país, o lo que es a veces
peor, ni siquiera dentro del país.
Cuando se hacen esas ridículas listas de “los diez mejores poetas mexicanos” y
les piden que mencionen sus influencias, la mayoría coincide en poetas
extranjeros. Esto no me parece mal, sólo me causa dudas a las cuales no
encuentro respuesta. ¿Por qué ningún poeta mexicano ha influenciado la estética
de poetas en otros países? ¿Y si han existido, por qué son tan pocos y en qué
han influenciado a otros poetas de otras nacionalidades? ¿O será que México es
un país único en las formas de escribir su poesía, de tal manera que no
necesite exportar poéticas mexicanas?
Contrario a lo que se
pueda pensar, no quiero una poesía 100% mexicana, ni nacionalista, más bien
quisiera que la poesía en México pueda compartirse junto con otras poéticas,
influir de manera sustancial a otros poetas con el objetivo de abrir más el
abanico de posibilidades para ser verdaderos creadores de ideas y no sólo
repetidores, o no sólo ejercer el reciclaje de poesía, poetas y poéticas de
otros países. Sé que puede sonar un poco raro, pero creo que en México vivimos
no sólo una cultura reciclada, sino también una poesía reciclada.
Ahora bien, si existe
una falta de lecturas por parte de nosotros mismos a nuestros poetas,
estaríamos dando validez al dicho: en
tierra de ciegos el tuerto es el rey. Y esto no porque el poeta extranjero
venga a “contaminar nuestra poesía”, sino más bien para que aprendamos a
valorarnos verdaderamente dándonos el lugar que merecemos.
Es verdad que el
ambiente poético mexicano no es el más puro ni el más inmaculado, pero tampoco
es el peor de todos. Así que podemos comenzar a dar por leídos a poetas ya muy
reconocidos o poetas con laureles en las sienes y pasar a los otros poetas: los
raros, los que por sus propias características de vida y de poética no han sido
lo suficientemente leídos, ni estudiados, ni apreciados y unos ni siquiera
conocidos.
Me aventuraré a
aproximarme a mi propio canon poético mexicano. Comenzaría mi lista con los
poetas en náhuatl o poetas en cualquier otro idioma indígena. Esto porque creo
que la pronunciación de estos idiomas nos podría aportar, junto con el
castellano, una musicalidad que no hemos explorado lo suficiente.
Si los poemas europeos
tienen la musicalidad aportada por el idioma griego o latín y sus derivaciones,
y las formas poéticas nacieron de estos idiomas al conjuntar el árabe y las
variantes de cada idioma por región; entonces no sería descabellado pensar que
al escuchar y aprender bien un idioma indígena y combinar sus elementos
fonéticos e imágenes con nuestro idioma, podríamos experimentar un sonido nuevo
en nuestros poemas. Por ello tendríamos que leer con sumo cuidado a los poetas
en idiomas indígenas y hacer la combinación pertinente. Esto es una sugerencia
para iniciar una nueva forma de escribir poesía en México.
El canon que propongo es el
siguiente:
-Poetas en idiomas indígenas (de
cualquier época)
-Poetas de la época colonial (Sor
Juana)
-Guillermo Prieto
-Estridentistas
-Concha Urquiza
-Efraín Huerta
-Ramón Martínez Ocaranza
-Enriqueta Ochoa
-Juan Martínez
-Orlando Guillén
-José Vicente Anaya
-Mario Santiago Papasquiaro
-Infrarrealistas
-Raúl Garduño
-Jaime Reyes
-Joaquín Vásquez Aguilar
-Abigael Bohórquez
-Max Rojas
-Enrique González Rojo
-Ciprián Cabrera Jasso
-Roberto López Moreno
-Leopoldo Ayala
-Escuchar música del movimiento
rupestre
Aunque es visible que
ellos y ellas han influido en varios poetas de generaciones más actuales en
México, creo que no se han leído lo suficiente o no se han estudiado sus poemas
lo necesario para dejarnos influir más por su poética y crear combinaciones
benéficas para una poesía más libre. Y aunque también sea verdad que ellos
mismos tienen influencias de poetas extranjeros, es evidente que han
transformado estas influencias en una voz propia, personal y con un estilo bien
definido y profundo.
Siempre me ha parecido
sospechosa la admiración excesiva o el fanatismo hacia los poetas. Creo más
necesaria su lectura de una manera profunda, acuciosa y crítica, en donde el
gozo por la poética sea un gozo creativo y nutriente para la propia obra.
Si durante tanto tiempo
hemos disfrutado de la locura de otros poetas de distintos países, ¿por qué no
comenzar a aprender de nuestra propia locura? Locura también gentil,
provocativa, humana.
Es inevitable que algo
tan vivo como la poesía no tenga influencias, pues ella misma está construida
de constantes influencias, ya que la poesía no tiene nacionalidad definida y
esto podría significar que no importa de dónde viene ni a dónde va, o quién la
usa de tal o cual forma.
La poesía es su propia
nacionalidad, pero creo que no sería malo releernos y comentarnos, analizarnos
y jugar con las múltiples posibilidades de las influencias en la literatura
mexicana. Definir las características que podrían funcionar como influencia y
¿por qué no? exportarlas como una voz más al árbol mundial de lo poético.
Dejarnos llevar por una combustión espontánea y ver más allá de nuestros
propios poemas.
Las cartas que redactaba
el carnicero inglés a Mariano Azuela le siguieron llegando hasta su muerte. Las
cartas que la poesía nos da, nos siguen llegando hasta que la muerte nos separe
y aún así tendríamos que decir: ¡Poesía!
Marco Fonz
Ciudad de México, marzo de 2011